Descripción:
La propuesta de esta vinícola es de lo más audaz. Su arquitectura, obra de Alejandro D’Acosta, ya lo anuncia. Quien se acerque a la bodega, después de pasar un lago artificial en medio de los viñedos, encontrará una serie de muros de madera multicolor, unos rectos y otros de planta ojival que sostienen como techos los cascos de varios barcos boca abajo. Esto, en definitiva, no se parece a ningún otro lugar. La cava está construida entre muros de tierra del propio cerro; es fresca y a media luz, ideal para las degustaciones.
Los vinos de la casa están hechos con uvas de tipo orgánico. Muchos son fermentados con la levadura natural de las uvas, sin filtrarlos ni pasarlos por barrica y sin agregarles conservadores. Tienen un vino ámbar, por ejemplo, que en inglés se conoce como orange wine, o un blanco (hecho en su mayor parte de Sauvignon Blanc), raros para quien está acostumbrado a los vinos convencionales, pero sabrosos. El dueño del lugar, el británico Phil Gregory, no se cansa de experimentar. Si acudes a una degustación premium, puede platicarte por horas de sus últimas creaciones.
Este lugar increíble fue lo que construyeron Phil y su esposa estadunidense Eileen, hacia 2005. Cuando estuvieron en México y pasaron por Valle de Guadalupe la decisión quedó clara. Pusieron casa y Phil asistió a la Escuela de Oficios El Porvenir, donde Hugo D’Acosta enseñaba vinificación. Ahí hizo sus primeros caldos, vinieron los viñedos y la bodega. Hoy su producción anual de botellas se cuenta por decenas de miles.
Si Phil está a cargo de los vinos, Eileen se encarga de lo demás. Y es que esta bonita vinícola fue desde 2005 parte de un proyecto llamado Villa del Valle, donde además de Vena Cava hay un food truck llamado Troika. Además está la casa de los Gregory que también funciona como un acogedor bed & breakfast, y atrás se encuentra el célebre restaurante Corazón de Tierra del chef Diego Hernández. Para los buscadores de sabores nuevos, este lugar es un sitio obligado.