Sus 143 hectáreas se reparten entre los vestigios de un palacio del año 400 d.C, del que aún se mira la plaza y plataforma del templo del Fuego Nuevo. Un mirador con telescopios que regalan buenas vistas de la ciudad. Una zona de convivencia familiar con asadores, mesas y juegos tubulares. Un área para actividades deportivas. Una zona de campismo con juegos infantiles, palapas y asadores.

En el área también predominan árboles de eucalipto y con menor presencia el pino patula y el cedro blanco. Sus senderos y la vista son dos motivos considerados por quienes gustan correr.

Las características del suelo permiten la filtración de las lluvias lo cual favorece a recargar el manto acuífero, brinda oxígeno, retiene partículas contaminantes y regula la temperatura alta del ambiente.