En el extremo oeste de la península de Punta Banda, ese pedazo de tierra salida que encierra al sur la Bahía de Todos Santos, se halla un espectáculo digno de verse: La Bufadora. El oleaje entra a cada rato en una cueva que es incapaz de contenerlo; la única salida que encuentra de regreso es una angosta hendidura entre las rocas. Estalla entonces un chorro de agua hacia arriba; lo hace con un imponente sonido y según la violencia de la marea es el tamaño de su fuerza y altura. Un mirador permite apreciar el fenómeno por encima, pero la mejor forma de contemplarlo es a bordo de un kayak en el mar. Alrededor de La Bufadora abundan turistas, puestos de comida y artesanías.

Los más atrevidos pueden practicar coastering en Bahía del Papalote que regala acantilados ideales para esta actividad; el recorrido implica dos secciones de rapel, de 25 y 35 metros respectivamente, una breve caminata entre rocas y nadar en una cálida poza azul para concluir la experiencia.   Gente viene a bucear y practicar esnórquel en las inmediaciones de Punta Banda, mientras los pescadores obtienen del agua salada bacalao, rockot, cabrilla, lenguado, jurel y barracuda. Hay que aprovechar el viaje en kayak para navegar por el estero Punta Banda, un sitio ramsar que forma parte de la Ruta Migratoria del Pacífico. Se le recuerda también como hábitat de los kumiai quienes dejaron constancia de su presencia en pinturas. Aquí es posible practicar senderismo, pesca, natación, caminata, paseos en bici y observación de aves.