A la distancia se ve el andar de un pequeño tren; réplicas de piezas prehispánicas que delimitan su espacio a través de cinco rutas: Altiplano, Maya, Olmeca, Oaxaqueña y Totonaca; circuitos para andar en bicicleta, para trotar o simplemente para ir a paso lento y contemplar los distintos espacios que confluyen en esta área de cien mil metros cuadrados.

Oficialmente lleva el nombre del poeta y diplomático Luis Gonzaga Urbina pero es más conocido como el Parque Hundido debido a los enormes agujeros del suelo producto de la elaboración de ladrillos de la Fábrica Noche Buena.

Desde su fundación, a principios del siglo XX se volvió en el parque favorito para ir a pasear, gusto que ha conservado hasta la fecha.

Cuenta con jardines y fuentes, área de juegos infantiles y un gimnasio, zona especial para que los perros corran y jueguen a placer y un audiorama.

No hay que perder de vista el descomunal reloj floral de diez metros de diámetro, realizado por la afamada casa Relojes Centenario ubicada en el Pueblo Mágico de Zacatlán, Puebla.

Una escultura ecuestre de Vicente Guerrero y otra de Dolores del Río no serán ajenos en el recorrido.