Todas las imágenes legendarias de la Selva Lacandona son ciertas: las increíbles ruinas mayas devoradas por altísimos árboles, la fauna ruidosa y colorida, los ríos primorosos por su gran caudal o su tono azul turquesa, las lagunas como detenidas en el tiempo… El contorno de la Selva Lacandona es casi un rectángulo inclinado de noroeste a sureste, dibujado por las aguas de tres ríos tributarios del Usumacinta. Al sur corre el Jataté, la parte septentrional es del Lacanjá y el oriente del Lacantún. Dentro de esos límites queda la Reserva de la Biosfera Montes Azules, extendiéndose a lo largo de 331,200 hectáreas. Más al este se ubica la frontera con Guatemala, pero antes aparece otro reducto de selva protegida, la Reserva de la Biosfera Lacantún que ocupa una superficie de 61,863 hectáreas. Ambas reservas comparten los mismos exuberantes ecosistemas donde la vida y su diversidad está hecha tanto de mariposas, murciélagos o escarabajos como de hocofaisanes, zopilotes rey, tapires y armadillos. Es una de la regiones de mayor biodiversidad de México y del trópico húmedo de América. Desde Palenque, quedan relativamente cerca dos de las tres últimas comunidades de lacandones: Nahá y Metzabok. Sus centros turísticos cuentan con cabañas y recorridos por la selva.

Aprovecha tu estancia en el Pueblo Mágico para acercarte a la Selva Lacandona. Además de las caminatas por la selva, puedes visitar espectaculares cuevas, hacer senderismo, realizar recorridos en balsa o kayak o simplemente observar la flora y fauna. Si tienes suerte encontrarás especies características de la región como el mono saraguato, la guacamaya y el jaguar.

Cómo llegar

Partiendo de Tuxtla, viaja a Comitán de Domínguez y sigue a las Lagunas de Montebello. Continúa por el Crucero San Javier, gira a la derecha y sigue los señalamientos a Bonampak o a la comunidad lacandona de Lacanja Chansayab.