Su construcción es una especie de recuerdo al antiguo ritual azteca celebrado cada 52 años para renovar al sol. Por ello, gran parte de su discurso museográfico está enfocado en mostrar cómo se celebraba esta ceremonia prehispánica.

Al entrar, el vestíbulo aloja un gran mural de Sergio Jaubert que representa el encendido del Fuego Nuevo.

Para conocer el discurso museográfico, sin perder de vista el diseño arquitectónico, es preciso subir unas escalinatas laterales que conducen a las salas que pueden recorrerse en forma de círculo.

En sus salas se miran reproducciones de mapas y códices con fecha de 1580 de Culhuacán y de Iztapalapa; hay una representación del calendario prehispánico con una breve explicación de la leyenda de los Cinco Soles. También es posible ver maquetas que representan la ceremonia que da origen al recinto. Y objetos prehispánicos encontrados en las excavaciones del Cerro de la Estrella.

No hay que perder de vista los vestigios del templo-pirámide donde se efectuaba la ceremonia del Fuego Nuevo.