Se debe al empresario José María Dávila el patrocinio de este teatro, un recinto diseñado por el arquitecto Alejandro Prieto. Su construcción inició en 1952 y para el 30 de abril del siguiente año fue inaugurado con la obra Yo Colón de Alfredo Robledo y Carlos León, dirigida por Ernesto Finance y con la actuación de Mario Moreno Cantinflas.

Para la época, el Teatro de los Insurgentes fue uno de los recintos más grandes, con un aforo para casi mil personas. Su interior luce una sala frontal, con un escenario tipo italiano con un amplio proscenio prolongado hacia el anfiteatro y un escenario con disco giratorio de nueve metros de diámetro con pistón central elevable.

La fachada del teatro se distingue por el mural de Diego Rivera; se desconoce su nombre, pero representa la historia del teatro en México. De lado izquierdo, se miran personajes históricos como Hernán Cortes, Miguel Hidalgo, Benito Juárez; una suma de La Conquista hasta la Independencia. En el centro hay escenas de bailes de aristócratas, la figura de Cantinflas, en medio, y un grupo de personas que representan la pobreza del país. De lado derecho se ven escenas de la Revolución Mexicana, de rituales y sacrificios prehispánicos. El mural mide 46 metros de largo por 10 metros de alto. La pintura está hecha con material sintético, con la técnica de aplanado seco, está cubierta con losas de mosaico de vidrio manufacturados en Italia.