Es una de las cervecerías más grandes y afamadas de Tijuana. Nació casi como un juego de los hermanos Iván y Damián Morales en 2010, quienes empezaron a hacer cerveza artesanal en la cocina de su mamá. Poco a poco fueron aumentando sus volúmenes y las variedades elaboradas y hoy, después de haber conquistado el país, exportan a Estados Unidos, Centroamérica y Europa. En Dinamarca, dicen, es una sensación en los restaurantes mexicanos. En diciembre pasado finalmente abrieron su flamante edificio actual de tres pisos en la Zona Río. Es espacio de producción y tiene salas de degustación (no hay que perderse la muy grata terraza en la azotea). Hoy es uno de los destinos cerveceros favoritos de los tijuanenses.

Todo este éxito no ha sido gratuito. Su fama la labraron cocinando buenas cervezas especialmente aquellas de uso intensivo del lúpulo. Varias de sus cervezas célebres son muy amargas. Ahí está Juan Cordero (su nombre es el de la calle donde se encuentran), una sabrosa Pale Ale; La Lupulosa, una IPA hecha con cinco lúpulos estadunidenses distintos y que resulta muy aromática, o Tiniebla, una Witbier algo turbia, refrescante, ligera y con un toque de naranja. Claro que en la sala de degustación su oferta es muy amplia.