Monclova
Monclova ha tenido distintas personalidades. Lo mismo fue bastión para contrarrestar los ataques de las tribus guerreras de tobosos, irritilas y guachichiles, que enclave estratégico para la evangelización en el norte del país.
Con el México independiente se convirtió en capital, junto con Saltillo, del enorme estado Coahuila y Texas; el inicio del siglo XX la encontró como una comunidad modesta dedicada a la ganadería y la agricultura, sobre todo de la nuez.
En 1942 se instauró Altos Hornos de México y desde entonces se ha convertido en una ciudad industrial y de negocios. Aun con su actual personalidad, en Monclova persisten sus anteriores realizaciones, como si confirmaran ese mote de Ave Fénix con el que se le nombra.
La evangelización en el desierto Santiago de la Monclova –su nombre completo– tuvo siete intentos de fundación, no siempre con el mismo nombre (también se llamó Almadén y Nuestra Señora de Guadalupe).
El intento más antiguo lo hizo Luis Carvajal y de la Cueva en 1577; el último, del 12 de agosto de 1689, estuvo a cargo de Alonso León y González. Melchor Portocarrero Lasso de la Vega, tercer conde de la Monclova y virrey de la Nueva España, fue quien le dio el mismo nombre de su condado en la península ibérica.
Después de los violentos intentos de la milicia española por pacificar la región, el franciscano fray Juan Lario logró hacerlo desde la enseñanza de la fe. Proveniente de Sayula, Jalisco, fue enviado por la arquidiocesis de Guadalajara para esta difícil encomienda de evangelizar a las rijosas tribus del norte.