San Quintín
Rodeada por el océano Pacífico, la ciudad de San Quintín pasa sus días envuelta en brisa. Una cordillera de volcanes llena de opulencia el paisaje. Su gente todo lo cultiva, desde moluscos en el mar hasta hortalizas en la tierra. La bahía nunca está sola: siempre hay lanchas con pescadores moviendo sus aguas, también ballenas grises y gansos huyendo de un invierno lejano. Y la costa, saturada de puntas y recovecos, se ha ido acostumbrando a la presencia de surfistas.
Desde la carretera Trasnpeninsular se mira un camino bordeado por viveros donde crecen calabaza, cebolla, tomate, pepino, chile, y todo tipo de bayas: fresas, frambuesas, arándanos. A su suelo privilegiado se unen sus aguas bondadosas de las que salen diversos ejemplares de peces.
Quien llegue a esta porción de territorio bajacaliforniano, se encontrará con una bahía de belleza sinigual. Aquí es posible ver volcanes extintos, un valle repleto de altos cirios, un bosque donde se miran estrellas y unas olas para surcar a placer. Su producción agrícola, pesquera y ostrícola ha inspirado a chefs para poner a San Quintín en la escena gastronómica de Baja California, que de a poco toma vuelo también en su producción de cerveza y vino.