A diferencia de otras haciendas restauradas, Ticopó Gutiérrez se encuentra en ruinas, por lo que tiene un aire de misterio y abandono que resulta atractivo para los viajeros.

¿Qué ver en la exhacienda Ticopó Gutiérrez?

A pesar de estar invadida por la naturaleza, la hacienda conserva algunos vestigios que revelan vistazos de sus mejores tiempos.

La entrada está marcada con dos columnas, ataviadas con ornamentos hechos con pequeñas piedras. En el interior del edificio principal, se pueden observar parte de la decoración individual, incluidos mosaicos y paredes pintadas con exquisitos patrones.

También hay una construcción que resguarda una enorme máquina de henequén, utilizada por muchos años para producir el llamado "oro verde" que se llegó a exportar a todo el mundo desde el puerto de Progreso.

Además, hay algunas piezas de maquinaria esparcidas en el exterior de la hacienda, que seguramente han permanecido ahí durante un siglo.

La hacienda cuenta con terraza rodeada de vegetación y algunas habitaciones sin techo, por lo que es el escenario ideal para tomar fotografías artísticas y memorables.

El henequén en Motul

Motul fue la capital de la producción de henequén durante la época dorada de esta fibra.

Antes de la invención de las fibras sintéticas, el henequén era rey; a mediados del siglo XIX se intensificó su cultivo en las haciendas yucatecas, que destinaron grandes extensiones de tierra para satisfacer a una creciente industria aprovechando la mano de obra maya de la región.

Y es que en esa época, además de los usos ya mencionados anteriormente, los barcos de velas náuticas en todo el mundo requerían cuerdas de fibra dura para sus amarres; también, la industria ganadera necesitaba las fibras del henequén para el embalaje de heno y la paja.