En esta zona del centro de la ciudad, una de las más antiguas, la actividad comercial se ha reconocido desde la época prehispánica. Fue en 1860 cuando en terrenos del antiguo monasterio se acondicionó lo que sería el primer mercado de alimentos que ofrecería productos de mayoreo y menudeo. Para finales de los años cincuenta, el mercado era insuficiente por ello se remodeló el lugar y se agregaron más espacios.

El mercado moderno como se le ve ahora luce una nave principal donde se ofertan alimentos perecederos, como frutas, legumbres, chiles, pescado, carnes de res, cerdo y pollo; los puestos se despliegan en una extensa área cubierta con bóvedas de cascarón que permiten y facilitan la iluminación y ventilación del lugar.

Hay un desnivel donde se miran largos pasillos con piezas de cestería, talabartería, jarciería y artesanía. Otras áreas del mercado tienen que ver con juguetería popular, dulces típicos de México, flores, plantas de ornato y hasta productos para actividades místicas como la brujería y la santería.