Descripción:
En la esquina de Zapata y Guerrero está el taller de la familia Posadas. Sus días los ocupan, desde hace más de treinta años, en fabricar los penachos que después fulguran en la Danza de los Quetzalines. Utilizan madera y bambú, papel metálico y plumas, y los hacen tan pequeños como pueda serlo un llavero o tan grandes que no hay forma de sostenerlos en la cabeza.